Los malos olores son pan de cada día, debido a numerosas empresas que contaminan el aire con sus plantas industriales, entre otras. Pero, ¿qué es exactamente un olor? Un olor es una mezcla compleja de gases, vapores y polvo que provoca una sensación que resulta de la recepción de un estímulo por el sistema sensorial olfativo.
Cuando ocurre esto, el cerebro humano emite una respuesta a este estímulo una vez que hizo una evaluación de las diferentes características de un olor, como la detectabilidad, la intensidad, el carácter y el tono hedónico. Por lo tanto, el efecto combinado de todo esto tiene que ver con la molestia o no que puede causarnos los olores.
Y es importante identificar los olores molestos, de forma tal que se puedan evitar potenciales enfermedades y problemas de salud. De hecho, en su forma más extrema, un mal olor o alta concentración de partículas y material en el aire, puede ser fatal…
Por dar un ejemplo, los olores que provienen de las plantas de tratamiento de aguas residuales, no solo provocan un descontento entre las poblaciones que se encuentren cerca de ellas, sino que además pueden provocar problemas tales como el dolor de cabeza, insomnio, pérdida del apetito y problemas respiratorios.
Entonces, antes de poder controlar los malos olores, se deben identificar las fuentes de contaminación odorífera para que, además de evitar problemas de salud, eviten otros inconvenientes como desvalorizar las viviendas que se encuentren expuestas a fuentes de olores molestos.
¿Cómo podemos analizar un olor molesto?
Para realizar una correcta labor de análisis de olores molestos, hay que considerar dos métodos o técnicas, las cuales miden tanto el medio ambiente o bien, el organismo humano para identificar la calidad, cantidad e impacto de los olores:
- Métodos analíticos: Aquí se analizan y cuantifican los compuestos químicos. Se realiza una toma de muestra del aire ambiente y se halla la concentración de los compuestos químicos mediante técnicas de alta resolución, como por ejemplo, la cromatografía. Otros métodos tienen que ver con los tubos colorimétricos o las narices electrónicas.
- Métodos sensoriales: Se ocupa el olfato humano como un analizador automático. La olfatometría es la técnica comúnmente usada en este tipo de métodos, convirtiéndose en el estándar. Asimismo, consiste en la percepción olfativa humana para detectar el impacto que tienen los olores.
Los malos olores son bastante común en la actualidad, por lo que estudios de éstos son importantes para garantizar la salud de las personas a las cuales se ven expuestos a olores o gases de este tipo. Un control y constante monitoreo pueden resultar un alivio para muchos habitantes de localidades con problemas de olores y emisión de gases.